Aquellos momentos que dejas en la memoria como una escena congelada que dura eternamente en el pensamiento. Mi viaje a Venezuela fue como un despertar, una experiencia única donde reconocí de donde vengo, la gente y momentos que me pertenecen. Me gusta compartir estas palabras porque seguramente alguno de Uds. lo han vivido o lo están viviendo, es decir, diferenciar el “yo de ayer” y el “yo de hoy”.
Volver a casa me hizo connotar que irreversiblemente soy otra, hasta el punto que los buenos amigos ya no te reconocen del todo, esto es bueno, quiere decir que vamos prestando atención al camino que nos esperábamos recorrer.
Drexler en su canción más famosa dice que "nada se pierde, todo se transforma", de manera muy bonita plantea como la sinergia del universo conspira en la transformación de la energía en una forma más consecuente y asertiva para darle sentido al mensaje de la canción, el amor. En la vida real quizás esa inmediatez del causa – efecto no es tan efectiva, pero ocurre. Vale en nosotros aprender a reconocer los cambios porque así vamos despertando del sueño místico del “¿por que me pasa esto?”, una interrogante con un abanico de respuestas subjetivas que a mi opinión todas o ninguna tienen razón. El reconocimiento del entorno forma parte importante de nuestra transformación que no suele ser fácilmente agradable a la mayoría, ojo! ni a mí.
La conclusión es que mientras más pasa el tiempo es más la frecuencia con la que cambiamos, armonizamos inteligentemente lo que tenemos y vamos agudizando nuestros deseos a lo que necesitamos.
¿Madurez?
PD: pensé en la genial idea de hablar de la transformación del YO con la evolución de Goku de la serie de Dragon Ball, pero la verdad no me salio mucha idea interesante y no quise cambiar el titulo